En el cuento, la señora de 53 años ha experimentado la muerte de su mamá y se siente huérfana, sola en los estados unidos. Se encierra en la casa y no quiere salir. Llega su amiga de Oregón para acompañarla y trae su gata que se llama María. Después de tan largo vieje, la gata se fuga, y no conociendo el vecindario, se pierde. Ahora, la señora no tiene otro remedio que irse con su amiga a buscar la gata. Se van de casa a casa, de negocio al parque y por el río a buscar a María.  Así se pasan buscando, dejando volantes en
todos lados y poco a poco, la señora se da cuenta del duelo que carga ella encima. Los recuerdos les surgen de repente y fuertemente. Les traen mucha tristeza y a la misma vez el consuelo al saber que el amor para su mamá — y de parte de su mamá — siempre se queda.

Este libro ayuda a entender que el duelo es un proceso normal. En el epílogo, la autora detalla como la muerte de su madre le afectó y fue la inspiración de este cuento. Dice que <Ojalá alguien me hubiera dicho entonces que la muerte te da la oportunidad de sentir el mundo entrañablemente…>. También reconoce que los objectos de las personas que murieron nos ayudan a estar conectados con ellos. Se da cuenta que el amor no muere.